Estivales efectos secundarios.

Pues sí, el verano tiene efectos secundarios. El calor y la pegajosidad me impiden dormir bien por las noches, me obligan a echarme siestas por las tardes y hacen que no me cunda una mierda el día. También se me derriten las neuronas y, aunque parezca una paradoja, me da por pensar demasiado.

Estos días... Si os ha dado por encender la tele y ver las noticias, un programa que hasta hace relativamente poco creía de los pocos serios de la televisión, solamente se ha hablado del Papa, de su manicura, de sus horarios de hacer la digestión y de sus sectarios. Que conste que a mí me parece muy bien que la gente tenga una religión determinada, yo, pese a no compartirlo, lo respeto. Pero me parece un espectáculo lamentable el modus operandi de estas ovejitas que se hacen llamar juventudes del JMJ. Sus cánticos repelentes, sus mochilitas y sus caras de hipócritas les han permitido aprovechar la visita de Ratzinger Z para hacer lo que les ha pasado por sus santos cojones "en nombre de Dios". En fin, paso de hacer más demagogia y de hurgar en el tema que todos ya sabemos de sobra, que la siguiente viñeta hable por mí.

Lo que sí que es cierto es que, una vez más, los medios de comunicación me han dejado muy pero que muy desencantada. Menos mal que ya terminé las prácticas en la radio, que si no creo que estos días les habría arrancado la cabeza a todos, habría provocado una masacre en la redacción y aún así, los telediarios seguirían hablando de lo majico y adorable que es el Papa.

Eso sí. También tengo que reconocer que la visita de los Flanders estos al menos ha sido algo "buena" para la economía de este país en el que no me hace especial gracia vivir.